Por Gabriel Bravo
El primer recuerdo que tengo del pulque fue a los 6 años de edad. Mi abuelo materno era un gran amante del Neutle y en ocasiones me daba mis vasitos de curado de guayaba. El segundo encuentro con el pulque fue en el 2002, cuando el destino me llevó a Zempoala, Hidalgo y tuve la gran oportunidad de conocer al primer Tlachiquero, Pio Quinto Agustín, mejor conocido como Don Guty.
Don Guty me mostró como es el procedimiento para elaborar pulque; hay que esperar a que el maguey esté en su edad optima (eso puede tardar de 5 a 8 años) y ya que está en su plenitud hay que caparlo, esperar a que de agua miel y después ir dos veces por día a recoger la sangre del corazón del maguey. Y como decía Don Guty – “es un trabajo duro, donde no hay vacaciones, pero si no lo hago yo ¿quién lo va a hacer? ya nadie ama a nuestro maguey ni a la tierra”.
Un día, en el año 2008, regresé a buscar a Don Guty con la triste noticia de que había muerto solo dos meses atrás. Mi mente empezó a dar vueltas pensando que tal vez con él había muerto el último Tlachiquero, así que me dí a la tarea de investigar todas las zonas en México donde aún se produce el Pulque en homenaje a mi maestro Don Guty y a todos los Tlachiqueros, dueños de pulquerías, parroquianos y amantes del maguey y de su sangre: el pulque.
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Gabriel Bravo
Mi primera aproximación a la fotografía fue a los 6 años, cuando mi hermano mayor que tenía en ese entonces 17 años era un entusiasta de la fotografía e instaló en la cocina de nuestra casa un cuarto obscuro. Recuerdo perfectamente que lo que más me impacto fue ver como la imagen latente surgía en el papel poco a poco al nadar en los químicos reveladores.
Fotógrafo Profesional desde 2002